Haciendo el amor con nuestro ego

A principios de este mes de diciembre mi socio Javier Molinero y yo cerramos, en la BED (Biblioteca Expandida Deslocalizada) del CCCC, un ciclo de activismo bibliotecario que empezó, a título personal en el año 2018 con un primer viaje a Montréal (Canadá), y en forma de proyecto en el 2019 con el montaje de la primera BED en la Marina de Valencia (muchas gracias, Ramón Marrades).

Han sido unos años de actividad intensa. De la BED de la Marina pasamos a la primera fase del proyecto BED en el CCCC (2021-2022), para seguir con el proyecto BED en la biblioteca pública de la pedanía de Beniferri en Valencia (2022), y acabar con la segunda fase y montaje de la BED del CCCC (2023, muchísimas gracias José Luis Pérez Pont).

Al mismo tiempo que trabajábamos sobre la idea de un concreto, de llevar al plano práctico nuestras propuestas teóricas, yo iba avanzando en mi tesis. Con ella pretendía y pretendo dar un respaldo teórico a estas iniciativas prácticas.

Durante el funcionamiento de la BED CCCC pusimos en marcha actividades que explicaban que el acceso al conocimiento no está solo en los libros sino también en las personas. Por eso la BED del CCCC fue siempre una biblioteca sin libros.

Actividades de ilustración por la que han pasado Virginia Lorente, Patricia Bolinches y Ana Collado, actividades de imagen, sonido, luz, y/o audio, coordinadas por Andreu Signes / Marta Negre, Amadeo Moscardó y Manolo Conde, actividades de diseño coordinadas por Javier Molinero o actividades dentro del marco de la BED CONVIDA, en la que invitábamos a una persona cuya característica principal era que tenía un idea concreta que ofrecer a la comunidad. Por esta última actividad pasaron Álvaro de los Ángeles con su editorial La Documental, Diego Obiol y Lidia Caro con el proyecto Festiu y, finalmente, Rafa Cervera con una propuesta de reflexión y aprendizaje a través del movimiento LGTBI en la música Pop.

De la última de las sesiones de Rafa Cervera nace la reflexión que da origen a este post. Rafa Cervera nos habló de las músicas que cuando se cruzaron por su camino le volaron la cabeza. Habló de Siouxie, Debbie Harry y de Patti Smith (nos cerraron el CCCC antes de que pudiera hablar de Lou Reed).

Rafa Cervera nos propuso escuchar R’N’R Nigger, (canción actualmente censurada en spotify) y nos habló de como Patti Smith se abrió paso a codazos en el mundo machista del R’n’R.

Llevo componiendo canciones desde 1989, más o menos, quizás un poco antes, no recuerdo cuál fue la primera canción que escribí. Sí que recuerdo la primera canción que escribí con voluntad firme de ser músico. Se llamaba Patti Smith.

La compuse durante mi estancia Erasmus en Poitiers, en la temporada 93/94. Me inspiró ver a Patti Smith hablando en un programa de la televisión francesa. El verano anterior, visité a un amigo que vivía en París, durante los años siguientes este peregrinaje veraniego se convirtió en un ritual.

Mi amigo vivía en casa de sus padres en la Banlieue de París, en Boussy Saint Antoine. Hace tiempo que no sé de mi amigo. Las adicciones separaron nuestros caminos. Ese verano aún éramos uña y carne y en casa de sus padres mirábamos la televisión al tiempo que nos fumábamos un porro de marihuana de la Martinica, o quizás fuera jamaicana. Fue entonces cuando Patti Smith apareció en la pantalla, hablaba de que no le tenía miedo a la muerte o algo así, y poco después salía saltando sobre un escenario como si cabalgase un caballo desbocado a través de una tormenta.

He puesto la canción al principio de la entrada. La canción Patti Smith es la canción que más veces he tocado en mi vida, desde el 93/94 hasta, más o menos el año 2003/2004, que grabé la última versión, es la que podéis escuchar en el enlace del inicio de le entrada.

Ver a Patti Smith cambió mi forma de ver el R’n’R y me enseñó, desde muy joven a relacionarme con las mujeres en general, y las mujeres del mundo del Rock en particular, de tú a tú. No en vano, durante el tiempo que estuve coordinando la discográfica auto gestionada Malatesta Records, muchas de las propuestas que publicamos eran proyectos liderados o coliderados por mujeres.

La charla de Rafa Cervera no solo me hizo pensar en mi relación con Patti Smith, también me invitó a pensar en David Bowie y en Ziggy Stardust. Ir a la tienda de Discos Amsterdam, comprarle el disco a Juan Vitoria. Pero antes, Ziggy Stardust. La versión de los Bauhaus. Entrar en el coche de un amigo, camino de Espiral, enchufar el radio cassette y no entender que estaba oyendo. No entender como mi cabeza, el puzzle de mi cabeza se descomponía para empezar a reconstruirse desde una perspectiva totalmente diferente a la que estaba condenada a ser de no haber oído esa canción en ese momento. Ziggy Stardust, Bauhaus. Ese día descubrí y me reconcilié con mi yo femenino. Y me sentí francamente bien.

Making love with his ego. Cantaba Ziggy Stardust. Haciendo el amor con su ego. Haciendo el amor con nuestro ego.

No se si llegados a estas alturas de la vida habéis tomado conciencia como yo que gran parte de los problemas a los que nos enfrentamos diariamente surgen de la lucha de egos.

El ego es un elemento muy sensible con el que tenemos lidiar, no solo con el propio, sino también, con el ajeno. Íntimamente relacionado con la autoestima y el reconocimiento.

Las relaciones laborales, las relaciones de pareja, la competitividad creativa, las opiniones sociales y políticas, la investigación universitaria, la gestión cultural, la enseñanza y el aprendizaje, todo tiene que ver con el cuestionamiento o la reafirmación de nuestro ego.

Vemos atacado nuestro ego cuando alguien nos predica desde su púlpito de saber absoluto la verdad inquebrantable sobre los nacionalismos y el concepto nación. Cualquier posicionamiento que no cuente con nuestro visto bueno, o nuestra comprensión, se convierte en una afrenta a nuestro ego. A nuestra autoestima, al reconocimiento de nuestro trabajo.

Hacer el amor a nuestro ego desemboca en la batalla de egos. Una batalla de poder que se asemeja a quien lleva las riendas en una relación sexual, quien domina y quien se deja dominar. Quien gana y quien pierde. Quien se planta y finalmente dice, no, así no, no quiero hacer el amor como tú quieres que hagamos el amor, escucha mi cuerpo, también tiene su propia voz, escucha mis necesidades. Yo también quiero que se escuche mi voz.

Tener una voz. Ganarse el derecho a tener una voz. Conseguir rebajar nuestro ego para que los demás nos escuchen. Entrar en contradicción. Tener miedo de desaparecer si dejamos de creer en nosotros mismos por encima del resto de los mortales. Dejar de ser nuestra propia prioridad. Dejar de hacer el amor a nuestro ego. Escuchar a los demás. Escuchar y darles la voz que pides para ti.

Me gustaría cerrar este periplo de activismo bibliotecario, musical, cultural y social de otra forma, de una forma más optimista y constructiva, pero va a ser difícil dejar de pensar en lo agotador que ha sido durante todo esto tiempo tener que lidiar con tanto ego. Hacer el amor con nuestro ego nos hace perder la perspectiva de cuál es nuestra función última, nos hace confundir un proceso de aprendizaje, personal y colectivo, con un ataque a nuestro amor propio. Hacer el amor con nuestro ego convierte todo problema en una afrenta personal. Si no somos capaces de rebajar nuestro ego para aprender a aprender, para aprender de nuestros errores, para tomar conciencia de nuestras carencias y fallas, de nuestras faltas y necesidades, de nuestras deficiencias, de nuestras insuficiencias, si no somos capaces de dejar de lado nuestro ego, dejar de hacer el amor con él, cómo vamos a educar y propiciar una visión crítica sobre los procesos que nos permita mejorar el sistema existente. ¿Cómo?

El 2024 se presenta como el inicio de un nuevo periplo vital y profesional.

Hace uno días, cené con Javier Molinero, una cena de empresa de dos, y al salir me preguntó: ¿qué pasa ahora con la BED?

La BED ha sido todo lo que tenía que ser, ha mostrado todo lo que tenía que mostrar y ha indicado un camino a seguir, si las personas que deberían haberlo visto no se han enterado ha sido porque estaban haciendo el amor con su ego y frente a esto, amigo, poco podemos hacer nosotros más que esperar a que lleguen al lugar en el que tú y yo estamos.

Tienes mucho ego tú, ¿no?, me respondió Javier.

Ahora, después de 5 años trabajando en la BED (Biblioteca Expandida Deslocalizada), Javier y yo somos expertos en crear proyectos para la transición y renovación de las bibliotecas públicas e iremos a ayudar, gracias a la experiencia práctica adquirida, allí donde nos llamen y requieran de nuestros servicios

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